martes, 14 de diciembre de 2010

"La locura de los Dioses"

(BBC-Mundo 11/11/2010 - El proyecto "ColaLife")

Al leer este articulo no he podido evitar el recuerdo de la celebre comedia de Jamie Uys y su simpática tribu de los Bushman. Dicho lo cual y para quien no lo conozca el proyecto, señalar que esta ONG persigue hacer llegar medicamentos a zonas remotas de Zambia, donde uno de cada cinco niños mueren por diarreas y deshidratación, acoplando las medicinas en los huecos libres del interior de las cajas de Coca-Cola. En aquellas zonas donde la tortuosa logística aplicada a la ayuda humanitaria no puede impedir que mueran miles de niños porque las medicinas no llegan, resulta en cambio que esta conocida bebida sí que se encuentra altamente disponible. Los responsables de la conocida multinacional no obstáculizan de un modo patente el procedimiento, pero señalan que en lugar de ello preferirían compartir el "know how" que subyace a sus sistemas de distribución. Se me ocurre plantear si acaso su modelo de distribución pudiera ser tan secreto como los ingredientes de su bebida. La respuesta todos sabemos que es negativa. Su sistema, depurado en mayor o menor medida, es el mismo que se usa en la distribución de cualquier otro producto. La distribución no funciona por el impulso del que ofrece, aunque sea gratís, sino por la demanda de quien lo apetece, aunque sea pagando. Cualquier linea de distribución funciona a traves de una cadena de intermediarios que son los que dispersan el producto hasta el consumidor final y cada intermediario retiene una parte del beneficio que necesariamente se debe abonar por el eslabon inferior. Aunque el producto sea gratis en origen, al final ese coste de distribución recae inevitablemente en el consumidor final. La ONG pretende parasitar esa línea para que su medicina llegue gratuita y sin costes al consumidor final. Esto es así porque el consumidor prefiere gastar su dinero en un refresco antes que en la medicina que puede salvar a su hijo o a su padre anciano. Este es el verdadero y sorprendente misterio sobre el que deberíamos de reflexionar y no sobre la logistica de las distribuciones. El verdadero análisis del problema debería de centrarse sobre el porqué en esas zonas remotas se valora más el satisfacer la sed con burbujas de un adulto de vida radicada que la salud de una vida incipiente, o decadente, lo mismo da. Me pregunto si acaso el intervencionismo civil y bienintencionado que la sociedad occidental está practicando sobre el tercer mundo no estará derrochando demasiados recursos tangibles en elevar la calidad de sus vidas y rebajar su morbilidad al tiempo que desdeña la siembra de aquellos valores que deben sustentar el concepto de lo mas humano. Aunque, claro, tambien debemos de considerar que es posible que este mundo occidental, seducido ya por el culto al edonismo y el derecho innegociable a la felicidad individual, no pueda importar aquello de lo que carece. Tal vez resulte que ese concepto de valores se encuentre en crisis o enfrentado a contradicciones insuperables aquí mismo, en nuestra propia casa. Es posible incluso que ciertas mentes primitivas, rescatadas ya por la via de los hechos de sus culturas ancestrales en las que sólo se podía percibir la existencia bajo un concepto espiritual, en el que la vida era entendida como un contínuo que supera las existencias individuales tanto lineal, de padres a hijos, como colateral respecto a los demas humanos de su entorno, no puedan entender que al mismo tiempo que se les regala preservativos y son aleccionados en el aborto y en el control de natalidad se pretenda salvar a toda costa la vida de un estorbo sobrevenido, y seguramente no deseado, a costa de una refrescante y burbujeante bebida de cola.

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