martes, 14 de diciembre de 2010

"Corsarios y Berberiscos"

(Diario Levante EMV -15, oct., 2010- Jose Manuel Lara, en el Premio Planeta, hace una llamada contra la pirateria)

Cita el periodico que el prestigioso editor anda, como es lógico, sumamente preocupado por las descargas "ilegales" de libros, al tiempo que reclama una urgente legislación contra la piratería en la red.

Lo primero que llama la atención es que se califique de "ilegal" algo que, según admite él mismo, aún carece de "legislación". Esta curiosa contradicción me conduce inevitablemente a escuchar a quienes sugieren que nos encontramos ante un intolerable proceso de "criminalización" social de ciertas conductas que atentan contra ciertos "intereses" sutilmente argumentados y cuya bondad no me atrevo a valorar. ¿Se llegará a criminalizar también a quien lea gratís el libro de un famoso autor ante una muchedumbre? ¿Y si sólamente lo hace ante un grupo de amigos? ¿Llegaremos a prohibir recitar un poema de Garcilaso al oido de la novia, o a leer un cuento a nuestro hijo para conciliar su sueño? ¿Dónde está el límite?. Alguien podría alegar que estamos hablando de cosas distintas, pero en el fondo todo es lo mismo. En el fondo todo se reduce a la conocida trilogía del "soporte", el "contenido" y el "derecho de autor". Al Sr. Lara, igual que le ocurre a la industria discográfica y al resto de empresarios del mundo audiovisual, sólo le compete la lucha por los beneficios derivados del "soporte". Y esa es una guerra actualmente agotada en la que, afortunadamente para la cultura, ya han perdido por mucho que se empeñen en arañar las espaldas del legislador. De otra parte el contenido de la cultura es ya incontenible. Ha proporcionado benefícios a sus mercaderes durante casi mil años; desde que los chinos, en el S.XI (o si se quiere, Gutemberg en Europa), inventaron el primer procedimiento de reproducción; y hasta que de nuevo, en un gran salto tecnológico, el nacimiento de la fotografía permitiera que hasta el último desheredado de la tierra pudiese ver el rostro de la Gioconda sin tener que traspasar fronteras para muchos a miles de kilómetros de su mundo. La Cultura es un bien social y como tal no debería de soportar otra gestión que la propia del Estado, quién además y por fortuna dispone hoy de sobrados y sencillos recursos tecnológicos para satisfacer los merecidos derechos de autor. En un mundo poblado de subvenciones que se reparten a diestro y siniestro entre las suspicacias de quienes recelan criterios no siempre basados en el mérito, la equidad o el beneficio social, no existe ningún obstáculo para que la gestión de descargas de contenidos culturales a través de Internet se lleve a cabo desde servidores oficiales o concesionados que controlen y cuantifiquen su consumo social y en consecuencia que sirvan de arbitrio para regular las compensaciones públicas a los autores. Por suerte para el Sr. Lara y los suyos, el soporte físico de un libro ofrece todavía un valor añadido que no ofrecen otros soportes audiovisuales, y debiera contentarse con la explotación residual de ese valor añadido para el cliente que así lo prefiera (y pueda costearselo) sin pretender por ello controlar tambien el precio de todos sus contenidos.

He de añadir que conozco de la existencia de un tal "Bi Sheng" como creador de la imprenta en el año 1041 gracias a la Wikipedia. El Sr. Lara, como no podía ser de otra manera, desprecia este medio de cultura gratuita respecto de la cual, y atendiendo a criterios de calidad, señala que si alguien prefiere consultar a la Wikipedia en lugar de la Enciclopedia Británica es "su" problema. El Sr. Lara dispondrá sin duda de un coche de lujo y seguramente jamás se le hubiera ocurrido decir que "si alguien prefiere viajar en autoestop en lugar de conducir un Mercedes, es su problema". De ello resulta que la cultura no es un problema de todos, sino unicamente de aquellos que no pueden acceder a ella. La pregunta es si a los demás nos debe de parecer igual de bien y si un gobierno social debe de estar de acuerdo con ello.

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