viernes, 21 de enero de 2011

"Humos y Sofismas"

(Punto Radio: "Protagonistas, con Felix Madero" 21.01.11)

Como las setas en otoño; así veo brotar en alegre proliferación todo tipo de razonamientos falaces con ocasión de la nueva Ley Antitabaco. Argumentos y refutaciones, de pobre apariencia todas ellas, se entrelazan en un baile cuyos planteamientos trastabillan entre los inevitables pisotones de mala leche. Uno podría esperar que estas danzas mediocres se dieran entre paisanos de similar condición intelectual, pero el desaliento campa en mi alma cuando las contemplo entre tertulianos de audiencias millonarias que cobran un pico por mostrarnos las excelencias de sus patrones de razonamiento. Andaba esta mañana paseando al perro cuando tropecé con una de esas tertulias en el dial. Resultaba evidente que sus componentes militaban todos en el mismo equipo. Escaseaba por tanto la zancadilla que suele poner algo de triste color en estos pobres huertos y reinaba el buen rollito. Unos y otros se regalaban ejemplos argumentales en favor de la Ley al estilo de unos juegos florales, hasta que uno de ellos, ligeramente emocionado por su ocurrencia, desarrolla la línea de la "colisión de derechos" mientras el resto retoza con elegante entusiasmo alrededor de la idea como si hubieran sido los primeros en descubrirla. Nunca mejor traido lo de la colisión, ya que acto seguido los contertulios se explayan con el inevitable ejemplo de aquellos incivilizados que conducen borrachos, o a doscientos por hora, por la misma carretera por donde tambien transitan el resto de los inocentes ciudadanos. Y es aquí, mira por donde, que sin quererlo han rozado uno de los escasos elementos medianamente objetivos que se mueven entre tanto sofisma. Porque el concepto de "colisión" exige necesariamente la existencia de un "espacio común", fuera del cual es ontológicamente imposible su ocurrencia. Junto a ello debemos de aceptar ademas la condición de que dicho espacio sea único y necesario, puesto que en ausencia de tales atributos no existe razón que impida arbitrar ambos derechos de un modo independiente. El concepto exige además mantener la propiedad de los "derechos" dentro de ese espacio o al menos una parte alicuota equivalente a la del otro. Personalmente no me sorprende que se ignore la realidad de que existen miles de locales, cada uno de los cuales puede atender las diferentes apetencias de cada cual, ni que se desprecie a quien tiene el último derecho sobre un establecimiento, que no es otro que su propietario para elegir a su clientela y para mantenerse sometido en todo caso a la ley más democrática que existe, la de la oferta y la demanda. Y digo que no me sorprende porque no puedo evitar intuir lo que en realidad hay detras de esta clase de supositorios. Y lo que veo no me gusta. Pero ello se encuentra tan alejado de este debate que merecería mejor reflexión para otra ocasión. De momento me apresuro a recoger la pequeña muestra escatológica con que mi perro recompensa los minutos que le dedico cada mañana y trato de hacer ver que no le doy importancia a lo que observo en el fondo de su mirada. Sospecho de que a veces me lee el pensamiento. Quizás sus próximos sueños estén dominados por la pesadilla de un mundo sin perros; donde él, como último superviviente, se oculta alejado de cualquier ciudad. Ciudades rutilantes, donde cada mañana se encienden los aspersores automáticos y riegan sus impolutos jardines de plástico mientras que una musiquilla Orwelliana nos despierta suavemente desde los altavoces de cada esquina...

No hay comentarios: